Despues de un carnaval muy ameno, que comenzó con el fin de los exámenes finales, prosiguiendo con un concierto en Vigo de No Way Out y de Dikers, y finalizando con varios días festivos en mi querida Pontevedra, con una visita esporádica a la playa, ahora toca la vuelta a la rutina universitaria, con dos parciales de por medio, en la dura y gélida Santiago (a pesar que hoy tenga calor e incluso rozar lo temerario poniendome un pantaca corto)
A pesar de lo que pueda parecer volver a la rutina cuesta un riñón y parte del otro, sobretodo por los cambios de costumbres, entorno nuevo, vuelta a ver las caras de siempre en las sitios de siempre, odiar a los mismos de siempre, todo ello tiene un coste de voluntad y energía bastante serio.
Lo peor de la rutina, es el momento de ir hacia ella, y en mi caso comienza esperando el tren, cuando el sol ya se puso. Suspiras y vuelves a suspirar, por muy cañera que ponga la música en mis cascos, por la mente sólo me pasa lo que me espera, y lo que dejo atrás. Todo esto se acentúa al entrar en mi segundo hogar. Dejas la mochila, miras a tu alrededor, bebes agua y piensas "aquí estamos, la misma rutina de siempre".
Pero no nos vamos a quejar, esta rutina tiene puntos buenos, punto realmente buenos, no me voy a quejar, pero como tengo vagancia crónica, es normal que estos cambios me afecten ligeramente.
Por todo esto, pongamos música cañera, hasta el 13 de marzo no regreso a Pontevedra, ahora toca Santiago.... he vuelto, que suene la buena música.
Visitante de dormitorio...
Hace 5 días
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